¿Agujetas? Tómate un vaso de agua con azúcar y listo.
¿Quién no ha oído alguna vez esta
frase? ¿Y quién no lo ha puesto en práctica? Si alguna vez tomaste agua con
azúcar para evitar las agujetas, te interesa saber que aparte de aumentar tu
nivel de azúcar, no conseguirás mayores beneficios. En primer lugar, el error
número uno es llamar al DOMS: Delayed Onset Muscular Soreness (dolor muscular
postesfuerzo de aparición tardía) agujetas. Se las conoce así por la similitud
que produce su efecto con la de pequeñas agujas que se clavan en nuestro
cuerpo, además, hay que reconocer que su nombre científico no es fácil de
incluir en una frase: “¡Que dolor muscular postesfuerzo tengo!” Aceptemos pues
el nombre popular. Pero lo que no aceptamos es que tomando agua con azúcar
vayan a desaparecer o a atenuarse las agujetas.
Entonces ¿de dónde sale este
mito? En la década de los 60, muchos autores relacionados con el mundo de la
Actividad Física y el Deporte, consideraron que las agujetas se debían al ácido
láctico acumulado tras grandes esfuerzos. Según estos autores, las
micro-lesiones provocadas en el músculo por los pequeños cristales de lactato
eran las que originaban el dolor y esta creencia llevó a la idea de que tomar
agua con azúcar haría desaparecer la mala metabolización de la glucosa que
provocaba la acumulación del lactato y el posterior “dolor”.
Hoy en día, gracias a los avances
científicos, sabemos que las agujetas son micro-roturas en la fibra muscular,
producidas principalmente por actividades donde predominan las cargas
excéntricas (bajar pesos en el gimnasio, bajar escaleras, correr cuesta abajo…)
que provocan pequeñas lesiones a nivel microscópico y hacen que el músculo se
inflame, debido a las sustancias que el organismo tiene que enviar a la zona
dañada para repararla. Esta inflamación y las microroturas producidas en la
fibra son las responsables de esa sensación de dolor muscular en la porción
distal de los músculos, es decir, en las zonas musculares cercanas a las
articulaciones y los tejidos conjuntivos. Normalmente se producen cuando
empezamos una nueva rutina de ejercicios o somos principiantes en alguna
actividad física, suelen aparecen a partir de las 24 horas después de haber
finalizado el ejercicio y pueden permanecer hasta 7 días.
Si ya tienes agujetas, lo mejor
es repetir el entrenamiento que las provocó, pero eso sí, a menor intensidad,
para aprovechar la cierta adaptación que se ha producido en tu organismo al
realizar ese entrenamiento y de ese modo conseguir reducir su efecto. También
debes saber que tomar antiinflamatorios, aplicar frío después de entrenar o ir
al masajista, no te librará de las tan temidas agujetas. Recuerda, entrena con
una adaptación progresiva, de menos a más y si los ejercicios que vas a
realizar son nuevos para ti, tómatelo con calma, calienta bien antes de empezar
y realiza estiramientos al inicio y al final de tu entrenamiento.
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